Ya estaba cayendo la noche cuando recogí a Silvia en la plaza de Daoiz. Se montó en el coche y ví que llevaba un peluche en sus manos. Por aquella época hacía la colección de ositos de peluche y me extrañó porque dos días antes había comprado el de esa semana. Y de repente...¡el peluche pestañeó!
De aquello han pasdo ya diez años, y nunca imaginé que un animalito tan pequeñito no iba a dar tanto, tanto, tanto amor. Porque aquél peluchillo sigue ahí, con esa la punta de la lengüita fuera, los ojos tapados, y abusando de su pequeñez para evitarse el esfuerzo de subirla al sofá o a la cama (aunque ahora se haya hecho un pisito bajo la cuna de Jimena).
8 de septiembre de 2010
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1 comentario:
Encantada de conocerte Nina, y feliz aniversario.
Un beso.
Felisa
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